Antonio Caso nació en la ciudad de México en 1883 y muere en
1946 en el mismo sitio. Fue doctor honoris causa y profesor emérito de la unam.
Asimismo, fungió como director honorario de la Facultad de Filosofía y Letras,
unam, y fue también rector de la UNAM (1920-1922-1923).
La obra de Antonio Caso se desenvuelve en varias
direcciones: divulgación, docencia, política universitaria y publicaciones.
Miembro fundador y primer presidente del Ateneo de la Juventud (1908), junto
con José Vasconcelos, Alfonso Reyes y Pedro Henriquez Ureña, inicia en México
una cruzada de renovación cultural que culminaría con el recbazo a la educación
positivista y la restitución de los estudios filosóficos en las aulas. En 1913
inaugura las cátedras de filosofía en la recién fundada Escuela de Altos
Estudios (de la que llegó a ser director en varias ocasiones) y comienza a
impartir conferencias programadas por la Universidad Popular -creada el mismo
año por el Ateneo—, con el objeto de llevar al pueblo rudimentos de cultura
superior. Las conferencias se impartían en los talleres y centros de
agrupación popular y se completaban con visitas a los museos, excursiones,
etcétera. Extendió su labor de divulgación a Sudamérica, a donde viajó en 1921
como embajador extraordinario (Perú, Chile, Uruguay, Brasil y Argentina), para
estrechar lazos culturales. Perteneció a las más altas corporaciones
intelectuales del país, y en 1943 fue miembro fundador de El Colegio Nacional.
Lo anterior no le impidió escribir y cultivar su actividad
docente. Durante treinta y cinco años fue sucesivamente profesor de Ética,
Estética, Epistemología, Historia de la filosofía, y Filosofía de la historia
en la Facultad de Filosofía y Letras, de Sociología en la Facultad de Derecho
y de Lógica y Metodología en otras instituciones. Defensor de la libertad de
cátedra y el pluralismo ideológico, luchó en favor de la autonomía
universitaria y en contra de cualquier filosofía oficial. Fue profesor
eminente. Enseñó las más diversas corrientes filosóficas y fomentó el
conocimiento de las circunstancias nacionales para evitar imitaciones
extralógicas.
Sus inquietudes filosóficas lo inclinaron hasta el antiintelectualis-mo
y el intuicionismo (incluyendo todo tipo de intuiciones, desde la empática,
volitiva, eidética, etcétera), como formas de explorar desde diferentes ángulos
la experiencia total, exploración que tampoco podía desdeñar las aportaciones
de las ciencias, pero sin reducirse a éstas. Su preocupación por problemas
morales y existenciales lo condujo a escribir (entre 1916 y 1919) su obra
capital La existencia como economía, como desinterés y como caridad, que
auguró un existencialismo cristiano (al ver en la caridad y la esperanza
categorías exclusivas de la existencia humana), y entre su numerosa
bibliografía también cabría mencionar El problema filosófico de la educación;
El concepto de la historia universal y la filosofía de los valores; El problema
de México y la ideología nacional; Principios de estética; Sociología genética
y sistemática; El peligro del hombre y La persona humana y el estado
totalitario. Durante toda su vida escribió en la prensa y en revistas
especializadas artículos que recogió en sus libros Problemas filosóficos;
Filósofos y doctrinas morales; Ensayos críticos y polémicos; Discursos a la
nación mexicana; Discursos heterogéneos, etcétera.
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